San
Antonio Abad nació hacia el año 250 en el seno de una poderosa familia
de campesinos egipcios, en un pueblo llamado Queman, cerca de la ciudad
de Heracleópolis. Según cuenta la leyenda, abandonó parte de sus
riquezas y se dedicó a la vida espiritual retirada.
A
los 18 años, al quedar huérfano decidió integrarse en la vida
espiritual. Legó parte de su herencia a familiares, para que se hicieran
cargo del cuidado de su hermana.
De pequeño no le enseñaron a leer ni escribir, pero, sí lo supieron educar cristianamente. Se retiró a las afueras de la ciudad a vivir en soledad y oración.
Vivía cerca de algunos monjes que habitaban por allí, y de ellos fue aprendiendo a orar y a meditar. Le enseñaron a leer y su memoria era tal que lo que leía lo aprendía de memoria.
Esto le va a servir mucho para el futuro, cuando no tendrá libros para leer, pero sí recordará maravillosamente lo leído anteriormente.
En su fase de iniciación, sufrió muchas tentaciones que combatía a base ayuno y meditación. Sin embargo, la convivencia con otras personas le dificultaba su perfeccionamiento espiritual, por lo que decidió trasladarse al desierto, donde encontró una cueva en la que vivir en soledad. Allí encontró a un anciano ermitaño, llamado Pedro, que será su maestro en esa forma de vida.
A los 35 años de edad siente una voz interior que lo invita a dedicarse a la soledad absoluta. Hasta entonces había vivido en una celda, no muy lejos de la ciudad y cerca de otros ascetas. La palabra "asceta" significa "el que lucha por dominarse a sí mismo". La gente llamaba ascetas a los cristianos fervorosos que se dedicaban con la oración, el sacrificio y la meditación a conseguir la santidad.
Cerca de un grupo de ellos había vivido ya varios años Antonio y había aprendido cuanto ellos podían enseñarle para ser santo. Ahora se sentía capaz de alejarse a tratar de entenderse a solas con Dios.
De pequeño no le enseñaron a leer ni escribir, pero, sí lo supieron educar cristianamente. Se retiró a las afueras de la ciudad a vivir en soledad y oración.
Vivía cerca de algunos monjes que habitaban por allí, y de ellos fue aprendiendo a orar y a meditar. Le enseñaron a leer y su memoria era tal que lo que leía lo aprendía de memoria.
Esto le va a servir mucho para el futuro, cuando no tendrá libros para leer, pero sí recordará maravillosamente lo leído anteriormente.
En su fase de iniciación, sufrió muchas tentaciones que combatía a base ayuno y meditación. Sin embargo, la convivencia con otras personas le dificultaba su perfeccionamiento espiritual, por lo que decidió trasladarse al desierto, donde encontró una cueva en la que vivir en soledad. Allí encontró a un anciano ermitaño, llamado Pedro, que será su maestro en esa forma de vida.
A los 35 años de edad siente una voz interior que lo invita a dedicarse a la soledad absoluta. Hasta entonces había vivido en una celda, no muy lejos de la ciudad y cerca de otros ascetas. La palabra "asceta" significa "el que lucha por dominarse a sí mismo". La gente llamaba ascetas a los cristianos fervorosos que se dedicaban con la oración, el sacrificio y la meditación a conseguir la santidad.
Cerca de un grupo de ellos había vivido ya varios años Antonio y había aprendido cuanto ellos podían enseñarle para ser santo. Ahora se sentía capaz de alejarse a tratar de entenderse a solas con Dios.
Así
pues, Antonio viajó hasta Luxor (Tebas) instalándose en las ruinas de
un cementerio, tratando de demostrar a los hombres el sentido ridículo
de las supersticiones sobre la muerte, ya que sobre ella habría de
triunfar la resurrección.
En las montañas de Pispir, cerca del Nilo, junto al Mar Rojo se instaló en una fortaleza abandonada en medio del desierto pero bien provista de agua, encargando que le llevaran la comida dos veces al año y se la arrojarn por encima del muro para no romper su aislamiento. Sobrevivir a las numerosas serpientes que se alojaban entre aquellos muros, contribuyó a su leyenda de dominador de los animales.
En las montañas de Pispir, cerca del Nilo, junto al Mar Rojo se instaló en una fortaleza abandonada en medio del desierto pero bien provista de agua, encargando que le llevaran la comida dos veces al año y se la arrojarn por encima del muro para no romper su aislamiento. Sobrevivir a las numerosas serpientes que se alojaban entre aquellos muros, contribuyó a su leyenda de dominador de los animales.
En el desierto de la Tebaida fundó los
monasterios de Pispir y Arsínoe llevando a cabo una importante tarea de
evangelización, que le reportó muchos seguidores y discípulos. Cuando
éstos pudieron hacerse cargo de las fundaciones, Antonio volvió a la
vida contemplativa.
San Antonio, fue ermitaño en el desierto de Egipto, por eso, siempre aparece representado como un monje eremita, y de hecho se le considera el primer ermitaño cristiano, y el fundador de la vida monacal. Por ello, se le llama San Antonio Abad, que significa, "padre", en Hebreo.
San Antonio, fue ermitaño en el desierto de Egipto, por eso, siempre aparece representado como un monje eremita, y de hecho se le considera el primer ermitaño cristiano, y el fundador de la vida monacal. Por ello, se le llama San Antonio Abad, que significa, "padre", en Hebreo.
Murió
el 17 de enero del año 356, contando con más de cien años de edad. Sus
restos fueron trasladados a Alejandría y después a Constantinopla para
viajar finalmente a Vienne (Francia).
Es típico ver la representación de San Antonio con una cruz en forma de T (Tau), una campanita, un cerdo y a veces un libro.
Un libro, en manos de los que muchos autores han calificado de campesino analfabeto.
Es típico ver la representación de San Antonio con una cruz en forma de T (Tau), una campanita, un cerdo y a veces un libro.
Un libro, en manos de los que muchos autores han calificado de campesino analfabeto.
Los
antiguos le tenían mucha fe para que alejara de sus campos las pestes
que atacaban a los animales. Por eso, lo pintan con un cerdo, un perro y
un gallo.
Es considerado patrón de tejedores de cestos, fabricanes de pinceles, cementerios, carniceros y animales domésticos.
En nuestra parroquia de Sevilla la Nueva, se celebra todos los años el día de San Antonio Abad, o San Antón, patrón de los animales domésticos. Hoy domingo día 17, como marca la tradicción, se realizará la bendición de todos los animales que sean acercados a la puerta de la Iglesia, a las 13:30 h, después de misa de 12:00 h.