sábado, 14 de mayo de 2016

SAN ISIDRO LABRADOR




Es el patrono de los agricultores del mundo. Se cree que sus padres le pusieron este nombre en honor a San Isidoro de Sevilla que fue arzobispo de Sevilla y uno de los santos más apreciados en la España de la época de nuestro santo.

San Isidro Labrador nace en Madrid el 4 de abril de 1082, donde vive humildemente con su familia hasta que se traslada a Torrelaguna (Madrid).
Sus padres eran unos campesinos sumamente pobres que ni siquiera pudieron enviar a su hijo a la escuela. Pero en casa le enseñaron a tener temor a ofender a Dios y gran amor de caridad hacia el prójimo y un enorme aprecio por la oración y por la Santa Misa y la Comunión. 

San Isidro fue uno de los inmigrantes y sufrió por un buen tiempo lo que es irse a vivir donde nadie lo conoce a uno y donde es muy difícil conseguir empleo y confianza de las gentes. Pero sabía aquello que Dios había prometido varias veces en la Biblia: "Yo nunca te abandonaré", y confió en Dios y fue ayudado por Dios.


Huérfano y solo en el mundo cuando llegó a la edad de diez años, San Isidro se empleó como peón de campo, ayudando en la agricultura a Don Juan de Vargas un dueño de una finca, cerca de Madrid. Allí pasó muchos años de su existencia labrando las tierras, cultivando y cosechando.

Se casó en el año 1109 con una sencilla campesina llamada María Torribia, que también llegó a ser Santa y ahora se llama Santa María de la Cabeza  debido al hecho de que su cabeza es siempre llevada en procesión, especialmente en época de sequía. Tuvieron un único hijo, llamado Juan, el cual murió siendo muy joven.




Labrador y carpintero de vida sencilla, marcada por una profunda fe y devoción a la Virgen, y espíritu caritativo.

Todos los días, de madrugada, acudía a la Iglesia de Santa María, hoy Catedral de la Almudena, y a la ermita de Santa María Magdalena, por la que tenía especial devoción.

 
Nunca empezaba su día de trabajo sin haber asistido antes a la Santa Misa. Por la tarde, repetía sus itinerarios marianos, lo que provocaba las críticas de algunos de sus compañeros, que le calumniaban por tener abandonado el trabajo. Varios de sus compañeros muy envidiosos lo acusaron ante el patrón por "ausentismo" y abandono del trabajo. 

El señor Vargas se fue a observar el campo y notó que sí era cierto que Isidro llegaba una hora más tarde que los otros (se trabajaba desde las seis de la mañana a seis de la tarde), pero que mientras Isidro oía misa, un ángel le guiaba sus bueyes y estos araban juiciosamente como si el propio campesino los estuviera dirigiendo.



Lo que ganaba como jornalero, Isidro lo distribuía en 3 partes:una para el templo, otra para los pobres y otra para su familia (él, su mujer y su hijito). Y hasta para las avecillas tenía sus apartados. 

En pleno invierno cuando el suelo se cubría de nieve, Isidro esparcía granos de trigo por el camino para que las avecillas tuvieran con que alimentarse. Un día lo invitaron a un gran almuerzo. El se llevó a varios mendigos a que almorzaran también. El invitador le dijo disgustado que solamente le podía dar almuerzo a él y no para los otros. San Isidro repartió su almuerzo entre los mendigos y alcanzó para todos y sobró.


Los domingos los distribuía así: un buen rato en el templo rezando, asistiendo a misa y escuchando la Palabra de Dios. Otro buen rato visitando pobres y enfermos y por la tarde saliendo a pasear por los campos con su esposa y su hijito. Pero un día mientras ellos corrían por el campo, dejaron al niñito junto a un profundo pozo de sacar agua y en un movimiento brusco del chiquitín, la canasta donde estaba se dio vuelta y cayó dentro del hoyo. Alcanzaron a ver esto los dos esposos y corrieron junto al pozo, pero este era muy profundo y no había cómo rescatar al hijo. Entonces se arrodillaron a rezar con toda fe y las aguas de aquel aljibe fueron subiendo y apareció la canasta con el niño y a este no le había sucedido ningún mal. No se cansaron nunca de dar gracias a Dios por tan admirable prodigio.



Volvió después a Madrid y se alquiló como obrero en una finca, pero los otros peones, llenos de envidia lo acusaron ante el dueño de que trabajaba menos que los demás por dedicarse a rezar y a ir al templo. El dueño le puso entonces como tarea a cada obrero cultivar una parcela de tierra. Y la de San Isidro produjo el doble que las de los demás, porque Nuestro Señor, le recompensaba su piedad y su generosidad.


En el año 1130 sintiendo que se iba a morir hizo humilde confesión de sus pecados y recomendando a sus familiares y amigos que tuvieran mucho amor a Dios y mucha caridad con el prójimo, murió santamente. Murió el 15 de Mayo de 1130. Cuarenta años después de la muerte de Isidro, su cuerpo fue trasladado del cementerio a la iglesia de San Andrés. Se dice que se le apareció a Alfonso de Castilla y le mostró el sendero escondido por el cual sorprendió a los Moros y consiguió la victoria de Las Navas de Tolosa, en 1212. Cuando el Rey Felipe III de España fue curado de una enfermedad mortal al tocar las reliquias del santo, el rey cambió el antiguo relicario por uno costoso, hecho de plata.



Fue canonizado por el Papa Gregorio XV, junto con Santa Teresa, San Ignacio, San Francisco Javier y San Felipe Neri, el 12 de Marzo de 1622. 
En tiempos de Carlos III, su cuerpo se trasladó a la Colegiata donde se encuentra hoy en día. El 11 de agosto de 1967, Inocencio XII declara a su mujer Beata, y en 1752 es proclamada como Santa María de la Cabeza.





San Isidro es ampliamente venerado como el patrón de los campesinos y los peones. Multitud de lugares, como en Sevilla la Nueva, se acogen a su protección entre las que destacan Zaragoza y en especial Madrid, que es su patrón. Su fiesta se celebra el 15 de Mayo.