NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN
La fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María, se celebra en
toda la Iglesia el 15 de agosto. Es la gran fiesta de España.
Esta fiesta tiene un doble objetivo: La
feliz partida de María de esta vida y la asunción de su cuerpo al
cielo.
“En esta solemnidad de la Asunción contemplamos a María: ella nos
abre a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino
para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la amistad
con él, sino dejarnos iluminar y guiar por su Palabra; seguirlo cada
día, incluso en los momentos en que sentimos que nuestras cruces
resultan pesadas. María, el arca de la alianza que está en el santuario
del cielo, nos indica con claridad luminosa que estamos en camino hacia
nuestra verdadera Casa, la comunión de alegría y de paz con Dios”.
La fiesta recibe varios nombres: la Virgen de Agosto, la Asunción, Nuestra Señora y se celebran por todos los rincones de nuestra geografía, los pueblos y las ciudades se visten de fiesta, acuden a romerías y celebran con amplios programas de festejos el misterio de la Asunción de María, la gran fiesta de la Virgen y la gran fiesta de España.
LEYENDA NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN
Esta es una bella leyenda que iluminó, en otros siglos, la
vida de los cristianos con soberanas claridades:
Un ángel
se aparecía a la Virgen y le entregaba la palma
diciendo: "María, levántate, te traigo esta rama de un árbol
del paraíso, para que cuando mueras la lleven delante de
tu cuerpo, porque vengo a anunciarte que tu Hijo te
aguarda", 15 de Agosto.
María tomó la palma, que brillaba como el lucero matutino, y el ángel desapareció.
María tomó la palma, que brillaba como el lucero matutino, y el ángel desapareció.
Poco después, los Apóstoles, que sembraban la semilla evangélica por todas las partes del mundo, se sintieron arrastrados por una fuerza misteriosa que les llevaba a Jerusalén en medio del silencio de la noche. Sin saber cómo, se encontraron reunidos en torno de aquel lecho, hecho con efluvios de altar, en que la Madre de su Maestro aguardaba la venida de la muerte. Se oyó de repente un trueno fragoroso; al mismo tiempo, la habitación de llenó de perfumes, y Cristo apareció en ella con un cortejo de serafines vestidos de dalmáticas de fuego.
Los
coros angélicos cantaban dulces melodías; mientras,el Hijo decía a
su Madre: "Ven, escogida mía, yo te colocaré sobre un
trono resplandeciente, porque he deseado tu belleza".
María respondió:
"Mi alma engrandece al Señor". Su espíritu
se desprendía de la tierra, y Cristo desaparecía con él
entre nubes luminosas, espirales de incienso y misteriosas armonías.
Era Jesús, que venía a llevarse el cuerpo de su Madre.
En los aires una estela luminosa, que se extingue lentamente, y algo que parece moverse y que se acerca lentamente hasta caer junto a los pies de los Apóstoles. Era el cinturón que les envió la Virgen a los Apóstoles, en señal de despedida. Y así fue, la Ascensión de María a los cielos.
La Asunción de María en cuerpo y alma al cielo, es un Dogma de nuestra fe católica.
DOGMA DE LA ASUNCIÓN
El dogma de la Asunción se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.
Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950:
"La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos".
La importancia de la Asunción para nosotros, hombres y mujeres de
comienzos del Tercer Milenio de la Era Cristiana, radica en la relación
que hay entre la Resurrección de Cristo y la nuestra. La presencia de
María, mujer de nuestra raza, ser humano como nosotros, quien se halla
en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo, es eso: una anticipación de
nuestra propia resurrección.
Después de Cristo, María es la primera criatura humana
que realiza el ideal escatológico, anticipando la plenitud de la
felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de los
cuerpos.
Los hombres y mujeres de hoy vivimos pendientes del enigma de la muerte. Aunque lo enfoquemos de diversas formas, según la cultura y las creencias que tengamos, aunque lo evadamos en nuestro pensamiento, aunque tratemos de prolongar por todos los medios a nuestro alcance nuestros días en la tierra, todos tenemos una necesidad grande de esa esperanza cierta de inmortalidad contenida en la promesa de Cristo sobre nuestra futura resurrección.
El misterio de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo, nos
invita a hacer una pausa en la agitada vida que llevamos, para
reflexionar sobre el sentido de nuestra vida aquí en la tierra, sobre
nuestro fin último: la Vida Eterna, junto con la Santísima Trinidad, la
Santísima Virgen María y los Angeles y Santos del Cielo. El saber que
María ya está en el Cielo gloriosa en cuerpo y alma, como se nos ha
prometido a aquéllos que hagamos la Voluntad de Dios, nos renueva la
esperanza en nuestra futura inmortalidad y felicidad perfecta para
siempre.
SOLEMNIDAD
Solemnidad de la Asunción de la bienaventurada Virgen María, Madre
de nuestro Dios y Señor Jesucristo, que, acabado el curso
de su vida en la tierra, fue elevada en cuerpo
y alma a la gloria de los cielos. Esta verdad
de fe, recibida de la tradición de la Iglesia, fue
definida solemnemente por el papa Pío XII en 1950.
