SANTA BÁRBARA
PATRONA SEVILLA LA NUEVA
El día 4 de Diciembre celebramos Santa Bárbara, patrona del municipio de Sevilla la Nueva en Madrid.
FIESTA DE SANTA BÁRBARA EN SEVILLA LA NUEVA
La celebración de Santa Bárbara en
Sevilla la Nueva, tiene su origen en el año 1590 cuando una tormenta de
piedra arruina toda la cosecha del municipio dejando a todos sus
habitantes en la miseria. Los vecinos de la localidad acordaron hacer
voto y promesa públicamente de guardar la fiesta de Santa Bárbara
protectora de las tormentas, a hacer procesión y a edificar una ermita
en su honor. La ermita de Santa Bárbara, se demolió a principios del
siglo XIX y no hay ninguna otra, pero el voto y la devoción popular
sigue vigente desde el año 1590.
- SÍMBOLOS DE SANTA BÁRBARA
*Corona:
Santa Bárbara lleva en su cabeza una corona, que puede ser de princesa
o con forma de tres torres. Representa que alcanza el reino de los
cielos.
*Cáliz: en su mano izquierda, que significa su conversión al catolicismo y que fue conformada con la Eucaristía.
*Espada:
en su mano derecha generalmente lleva una espada que representa el arma
con la que su padre le quitó la vida. Esta espada representa un símbolo
de fe inquebrantable.
*Palma, plumas de pavo real, o rama de olivo:
En otras ocasiones en vez de ser representada con una espada, se la
representa con la palma del martirio, con plumas de pavo real pues este
animal es símbolo de la resurrección o inmortalidad, o junto con una
rama de olivo. Cualquiera de ellos están representando el martirio.
*Manto rojo: representa el cáliz de la Sangre de Cristo.
*Torre con tres ventanas:
Apareciendo unas veces encerrada en la misma y en otras la torre
aparece a su lado o en miniatura sobre una de sus manos, en alusión al
lugar donde estuvo presa. El significado de esta torre con tres ventanas
es el refugio de la fe en la Santísima Trinidad.
HISTORIA DE SANTA BÁRBARA
Durante el reinado de Maximiano en la
ciudad de Nicomedia (actualmente Izmit, Turquía) había un hombre muy
rico llamado Dióscoro, quien era pagano, supersticioso y adoraba a
los dioses irreales. Dicho personaje tenía una hija muy hermosa llamada
Bárbara, a la cual celaba sin motivo alguno. Para evitar que Bárbara
tuviera contacto con la gente, Dióscoro hizo construir una torre muy
alta y allí encerró a su hija hasta que decidió entregarla en matrimonio
a uno de los príncipes que la pretendían atraídos por el misterio que
rodeaba su encierro.
Ante la situación el padre de Bárbara un día se dirigió a ella y le dijo: "Hija
mía, los príncipes de comarcas lejanas y cercanas han llegado hasta
aquí para pedir tu mano, por ello te ruego que me digas que quieres
hacer ante esta situación".
Al escuchar a su padre, Bárbara sintiéndose ofendida le contestó:
"Padre mío, mi decisión es no casarme, pues nunca he pensado en ello, así que te ruego que no me obligues a hacerlo".
Realmente hablaba en serio, ella vivía pensando en llevar una vida perfecta sumida en la búsqueda del verdadero y único Dios, por lo tanto pensaba que si accedía a las proposiciones de los príncipes se alejaría de su meta: el acercamiento al ser supremo. Esto decepcionó tanto a Dióscoro que fue a vivir a un país lejano por un tiempo.
Realmente hablaba en serio, ella vivía pensando en llevar una vida perfecta sumida en la búsqueda del verdadero y único Dios, por lo tanto pensaba que si accedía a las proposiciones de los príncipes se alejaría de su meta: el acercamiento al ser supremo. Esto decepcionó tanto a Dióscoro que fue a vivir a un país lejano por un tiempo.
Bárbara
ante la ausencia de su padre aprovechó para colocar una cruz en el baño
y añadió una ventana más a las dos que ya tenía la torre para así
simbolizar a la Santísima Trinidad. Luego de esto Bárbara fue bautizada y
siguiendo una de las costumbres místicas de San Juan Bautista sólo
comía miel y langostas. El bautizo de Bárbara consistió en un baño que
estaba formado por una serie de piscinas. Este lugar quedó consagrado y
se sabe que allí los ciegos de nacimiento recobraban la vista.
En ese momento ya Bárbara estaba fortalecida por su fe, lo cual la ayudó
a vencer al demonio y esto lo demostró cuando reaccionó ante los ídolos
paganos de su padre escupiéndolos y diciéndoles: "Todos aquellos a los que vosotros habéis inducido en error y creen en vosotros serán como vosotros".
En el año 235 D.C., su padre regresó del viaje y ya había culminado la
reestructuración de la torre y éste le preguntó a los obreros: "¿Por qué habéis hecho tres ventanas?,
y ellos sorprendidos contestaron: "Porque su hija nos lo ordenó". Ante
esto Dióscoro mandó a llamar a Bárbara para definitivamente conseguir
una respuesta al dilema que se le había presentado con las tres
ventanas.
Cuando su hija se presentó le hizo la misma pregunta y la respuesta fue la siguiente: "Mandé
a hacer una ventana más para que fueran tres, porque tres ventanas dan
luz a todo el mundo y a todas las criaturas, en tanto que dos
ensombrecen el Universo". Entonces se dirigió con ella a los
baños y le preguntó, con gran ánimo de que le aclarara la situación,
por qué una tercera ventana si con las dos que habían llegaba suficiente
luz al lugar, y Bárbara respondió:
"Esas tres ventanas representan
claramente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, los cuales son tres
personas en un solo Dios, en el que debemos creer y al único que debemos
adorar".
Ante
tal respuestas la reacción de Dióscoro fue violenta, tanto así que saco
su espada para matar a su hija allí mismo, pero la ya consagrada virgen
comenzó a orar y milagrosamente levitó por los aires gracias a la
protección divina y llegó volando a una lejana roca inmersa en las
montañas.
Testigos de esto fueron dos pastores que la vieron volar y a su padre
persiguiéndola preso de la ira. Al llegar a las montañas Dióscoro la
tomó por los cabellos y decidió llevarla para ser juzgada y limpiar su
propio nombre ante la gente de la ciudad. Bárbara fue apresada y
enjuiciada, en ese momento dándole una nueva oportunidad de que
recapacitara ante su creencia de la existencia de un solo Dios, el juez
le dijo: "Así pues, elige entre sacrificar a los dioses y salvar tu
vida, o morir cruelmente torturada", y Santa Bárbara respondió:
"Me ofrezco en sacrificio a mi Dios, Jesucristo, creador del cielo, de la tierra y de todas las cosas".
"Me ofrezco en sacrificio a mi Dios, Jesucristo, creador del cielo, de la tierra y de todas las cosas".
Esa fue su sentencia, después de ser apaleada y torturada durante días, la santa tuvo la visión del señor Jesucristo en la prisión. Pasaron los días y como Bárbara mantenía su posición ante el castigo, el juez decidió que fuese decapitada por la espada. En ese momento Dióscoro cegado por la obsesión de limpiar su nombre arrebató a Bárbara de las manos del juez y la llevó a la cumbre de una montaña junto a otra mártir llamada Juliana. En el camino Santa Bárbara se alegró porque sentía que se aproximaba el premio a su devoción por Dios y mientras su padre la arrastraba hacia la montaña hizo la siguiente oración:"Señor Jesucristo, Creador del Cielo y de la Tierra, te ruego que me concedas tu gracia y escuches mi oración por todos aquellos que recuerdan tu nombre y mi martirio. Te suplico que olvides sus pecados, pues tú conoces nuestra fragilidad", en ese momento escuchó que desde el cielo provenía una voz que le decía:
"Ven Bárbara, esposa mía, ven a descansar en la morada de mi padre, que está en los cielos, yo te concedo lo que acabas de pedirme".
Después de esto fue decapitada por la mano de Dióscoro, su propio padre,
junto a Juliana, recibiendo las dos en ese momento la corona del
martirio. Luego de haber finalizado el horrendo crimen Dióscoro comenzó a
bajar de la montaña y en el camino fue fulminado por un rayo que
descendió de los cielos, cual fuego celestial.
Santa Bárbara fue sepultada junto a Santa Juliana por un noble de nombre Valentino en un pequeño pueblo donde posteriormente ocurrieron muchos milagros.
Santa Bárbara fue sepultada junto a Santa Juliana por un noble de nombre Valentino en un pequeño pueblo donde posteriormente ocurrieron muchos milagros.
Desde entonces, Santa Bárbara es considerada patrona de mineros,
artilleros y bomberos. También es protectora ante la muerte repentina,
la impenitencia y los rayos en caso de tormentas..
En la época de los desastres napoleónicos, las sagradas reliquias fueron llevadas al templo de San Martín de la isla de Murano, en Italia, donde se custodian a día de hoy.