jueves, 9 de mayo de 2013

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR







El Día de la Ascensión  es una celebración de caracter Universal en la Iglesia, que se celebra cuarenta días después del domingo de Resurrección (durante el Tiempo Pascual), y conmemora la Ascensión de Jesucristo al cielo en presencia de sus discípulos tras anunciarles que les enviaría el Espíritu Santo.
Cristo ascendió en forma física al Cielo tras su Resurrección en presencia de sus Apóstoles.  "Ascender al cielo" es la unión física con Dios Padre y no una transformación espiritual del individuo. .




LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR EN LA VIDA DEL CRISTIANO

   El Señor Jesús después de aparecerse a sus discípulos fue elevado al cielo. Este acontecimiento marca la transición entre la gloria de Cristo resucitado y la de Cristo exaltado a la derecha del Padre. Marca también la posibilidad de que la humanidad entre al Reino de Dios, como tantas veces lo anunció Jesús. 


En la representación de la Ascensión, es muy habitual que en la composición de la escena se represente la dualidad de planos: espiritual arriba y terrenal abajo.
 
De esta forma, la Ascensión del Señor se integra en el Misterio de la Encarnación, que es su momento conclusivo.



TESTIGOS DE CRISTO

La Ascensión de Cristo, es también el punto de partida, para comenzar a ser testigos y anunciadores de Cristo exaltado, que volvió al Padre para sentarse a su derecha. El Señor glorificado continúa presente en el mundo, por medio de su acción en los que creen en su Palabra, y dejan que el Espíritu actúe interiormente en ellos. 

El mandato de Jesús es claro y vigente: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación". Por ello, la nueva presencia del Resucitado en su Iglesia hace que sus seguidores constituyan la comunidad de vida y de salvación.



LA FUERZA DEL EVANGELIO
  
 La Ascensión de Cristo al cielo, no es el fin de su presencia entre los hombres, sino el comienzo de una nueva forma de estar en el mundo. Su presencia acompaña con signos, la misión evangelizadora de sus discípulos. 

La comunidad pospascual necesitó de un tiempo para reforzar su fe incipiente en el Resucitado. 


La Ascensión es el fin de su visibilidad terrena, y el inicio de un nuevo tipo de presencia entre nosotros.



MISIÓN DE LA IGLESIA

San Lucas, después de escribir su Evangelio, emprende también con la inspiración divina la tarea de redactar algo de lo que ocurrió después de que Jesús resucitara y subiera a los cielos. Es la historia de los comienzos de la Iglesia, esos tiempos fundacionales en los que el mensaje cristiano comienza a proclamarse como una doctrina nueva y sorprendente que habría de transformar al mundo entero. Así nos refiere que el Señor, antes de subir al trono de su gloria y enviarles la fuerza avasalladora del Espíritu, se les aparece una y otra vez durante cuarenta días, para fortalecerlos en la fe y encenderlos en la caridad, para animarlos con la más viva esperanza. 



TOMA TU CRUZ


Con la Ascensión, el mandato de Jesús cobra una fuerza singular; se comprende el valor de la Pasión y la Muerte. La Cruz era la fuerza y la sabiduría de Dios. Desde ese momento, se podía hablar de perdón y de conversión, sin dudar del amor y del poder divino de Jesús. 



Fue posible predicar la conversión, exhortar a los hombres para que se reconciliaran con Dios, lleno de misericordia. 

Con la Ascensión de Jesucristo el camino está abierto, y los feligreses invitados a recorrerlo de la mano de Él. 



LA SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

"El Señor ha ascendido a los cielos para enviar al Paráclito al mundo. Los cielos le han preparado su trono, las nubes el carro sobre el cual ascender; se maravillan los ángeles viendo a un hombre por encima de todos ellos. El Padre recibe a aquél que, desde la eternidad, en su seno mora. Señor, cuando los apóstoles te vieron elevarte sobre las nubes, entre lágrimas, llenos de tristeza, ¡Oh Cristo! dador de vida, entre lamentos decían: ¡Oh Soberano!, no dejes huérfanos a tus siervos que tú, piadoso, has amado en tu tierna compasión: mándanos, como has prometido el Espíritu Santísimo para iluminar nuestras almas".

 

 Concédenos, Dios Todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la Ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido Él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo. 
Por Jesucristo nuestro Señor.
 Amén.