lunes, 22 de febrero de 2016

FIESTA DE LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO





Cada 22 de febrero, La Iglesia celebra la festividad de la Cátedra de San Pedro, una ocasión solemne que se remonta al siglo IV y con la que se rinde homenaje y se celebra el primado y la autoridad del Apóstol San Pedro, el primer Papa de la Iglesia.

Esta celebración recuerda además la potestad conferida por Cristo al Apóstol cuando le dice: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella".


La palabra "cátedra" significa asiento o trono y es la raíz de la palabra catedral, la iglesia donde un obispo tiene el trono desde el que predica. Sinónimo de cátedra es también "sede" (asiento o sitial). La Santa Sede es la sede del obispo de Roma, el Papa.


La cátedra o sede que actualmente se conserva en la Basílica de San Pedro en Roma, es una gran silla o trono de madera de encina formada por una caja cuadrilátera de unos 89 centímetros de ancho por 78 de alto hasta el asiento, con unos pilares en los ángulos y un respaldo o dosel terminado por un tímpano triangular. Tiene en los pilares unas anillas para poder ser fácilmente trasladado. En el cuadrilátero frontal anterior, debajo del asiento, la enriquecen tres hileras de seis casetones cada una con sendos marfiles incrustados de oro, muy antiguos. Los que asimismo adornan el dosel son aún de mayor antigüedad y seguramente tallados expresamente para esta cátedra.

Durante toda la Edad Media estuvo visible y fue muy venerada. Los peregrinos, con devoción indiscreta, tomaban fragmentos de la madera para guardarlos como reliquias. En un principio habría estado en Santa Prisca, en el Aventino, en el lugar donde, según la tradición, habría residido el apóstol. Nuestro papa San Dámaso, en el siglo IV la trasladó al baptisterio del Vaticano por él construido.

Al levantarse en el siglo XVI la actual imponente Basílica Vaticana, se creyó conveniente guardar como una reliquia la veneranda cátedra.

Durante muchos años la silla fue utilizada por el papa y sus sucesores durante las ceremonias litúrgicas. Este trono se conserva como una reliquia, en una magífica composición barroca, obra de Gian Lorenzo Bernini construída entre 1656 y 1665.

La obra de Bernini está enmarcada por pilastras. En el centro se sitúa el trono de bronce dorado, en cuyo interior se encuentra la silla de madera y que se decora con un relieve representado la "traditio clavum" o "entrega de llaves".


El trono se apoya sobre cuatro grandes estatuas, también en bronce, que representan a cuatro doctores de la Iglesia, en primer plano San Agustín y San Ambrosio, para la Iglesia latina y San Atanasio y San Juan Crisóstomo para la Iglesia oriental.


Por encima del trono aparece un sol de alabastro decorado con estuco dorado rodeado de ángeles que enmarca una vidriera en la que está representada una paloma de 162 cm de envergadura, símbolo del Espíritu Santo. 

Es la única vidriera coloreada de toda la Basílica de San Pedro.





Tradiciones y creencias afirmaron durante muchos años que la silla era doble y que algunas partes se remontaban a los primeros días de la era cristiana e incluso que la utilizó San Pedro en persona. La silla ha sido objeto de numerosos estudios a lo largo de los siglos y la última vez que fue extraída del nicho que ocupa en el altar de Bernini fue durante un período de seis años, entre 1968 y 1974. Los análisis efectuados en aquella ocasión apuntaban a que se trataba de una sola silla cuyas partes mas antiguas eran del siglo VI. Lo que se había tomado por una segunda silla era en realidad una cubierta que servía tanto para proteger el trono como para llevarlo en procesión.
 
Todos los años en esta fecha, el altar monumental que acoge la Cátedra de San Pedro permanece iluminado todo el día con docenas de velas y se celebran numerosas misas desde la mañana hasta el atardecer, concluyendo con la Misa del Capítulo de San Pedro.

La Cátedra de San Pedro constituye el símbolo más elocuente de la Infalibilidad del Papado, de la persona del Papa y de la misma Santa Iglesia de Cristo. En ella se encuentra "el principio perpetuo y visible, así como el fundamento de la unidad de la fe y de la comunión".